El sabio Salomón al escribir el Cantar de los Cantares, puso en uno de los versos de este hermoso libro lo siguiente: “Cazadnos las zorras, las zorras pequeñas, que echan a perder nuestro viñedo en flor”. Para el viñador, ¿Cuáles usted cree que eran los animales más difíciles de enfrentar? Las zorras pequeñas, difíciles de atrapar y las que se pudiesen considerar más inofensivas. Un viñador con experiencia sabría que el asalto constante de las pequeñas zorras no se podía pasar por alto, pues sino pronto estaría su cosecha en la ruina.
Así pasa en la vida, son muchas veces las pequeñas cosas las que destruyen nuestras grandes edificaciones. Le regalo estas breves líneas que escribí. Las titulé Alguillo (o al pequeño).
Te afanas en las grandes y distantes cosas,
mañana, forjar el porvenir;
si supieras que es en esos algos pequeños
en que se nos va la vida.
En ese asuntillo que por ser tan pequeño
no has podido resolver, que te preocupa,
pero que resolverás, claro,
en un momento que no sea ahora.
Acaso en esos minutillos iniciales de la mañana
en los cuales recuerdas tus que haceres,
afanes para hoy, tus preocupaciones
y que son capaces de robar la paz de todo tu día.
Quizás, en ese ratillo que no tendrás
para hacer esa llamada, esa visita, esa gestión
que tu cargada agenda no te permite hacer hoy
y que tampoco te lo permitió ayer
y que, claro, no te puedes dar ese lujo mañana.
En ese momentillo que no tienes para dar o recibir
ese beso, ese abrazo, esa caricia,
para escuchar lo que te dicen l@s otr@s;
para detenerte en la farmacia
a comprar algún dulce y sonreírle al cajer@ al darte el vuelto.
Tal vez, ese espacillo de tu corazón
que a Cristo no le has dado.
¿Cuántas cosillas albergas en él?
Y entre tus: asuntillos, minutillos, ratillos, momentillos y cosillas,
Recuerda: la vida es una.
Si tienes metas y sueños siempre se pueden llevar A Otro Nivel.